En cambio, se le acordó que viera la Tierra Prometida desde la cúspide del monte Pisgá, en tanto Iehoshúa era designado para hacerse cargo del liderazgo en Eretz Israel.
Moshé instó al pueblo a observar escrupulosamente las leyes de Di-s. De este modo ellos serían reconocidos por otros pueblos como una gran nación y predominarían a pesar de ser poco numerosos.
Moshé repitió entonces, los Diez Mandamientos, la base del pacto de Di-s con Israel. El pueblo congregado ante el monte Sinaí se sintió aterrado por los prodigios que había visto y solicitó a Moshé que le hablara en lugar de Hashem.
Moshé formuló, entonces, el Shemá (el credo judío principal), que afirma la unidad y unicidad de Di-s, al que todos deben amar, y Cuyos mandamientos deben ser transmitidos a las generaciones siguientes. Sus leyes deben ser recordadas permanentemente por medio de un signo colocado en la mano y en la frente (los tefilín), e inscripciones colocadas en las jambas de las puertas (mezuzá) de cada casa.