Ensenañdole al niño
• En nuestro mundo no hay calles de única mano solamente. No hay forma de dar sin recibir. No existe quien da y no recibe. Así sucede con los niños. Mientras el adulto le da al niño sus conocimientos y sabiduría acerca de la vida, éste le da al adulto las llaves que le enseñarán cómo apreciar esta sabiduría
• ¿Qué es lo que el niño tiene para enseñarnos?
El niño cree inocentemente que todo debe ser justo y que todos deben ser honestos, cree que solo lo bueno debe prevalecer, que todos deben tener lo que anhelan y que no tiene que existir el dolor y la tristeza. El niño cree que el mundo es perfecto y se siente terriblemente decepcionado de ver que no es así. Éste sin embargo, se encuentra bien a pesar de esta decepción.
• Observa a un niño haciendo alguna actividad; lo que fuere que el niño está haciendo, ahí se encuentra él enteramente, completamente concentrado en su actividad.
• El entusiasmo de un niño se desata como una tormenta, tomando el mundo entero del niño. Por esto cuando un chico abraza un nuevo rasgo o característica, esto lo adquiere para siempre.
• El niño disfruta de las cosas simples de la vida. Aunque a veces puede tomar un camino equivocado, éste es bueno en sí mismo. Nosotros necesitamos abrazarlo y nutrirlo dejándolo libre de las partes insalubres que puede contener.
• El niño no puede aprender algo sin correr, gritándoselo al resto de las personas, y así debería ser con todas aquellas personas que poseen sabiduría y conocimiento.
• Cuando el niño siente que algo le falta, el niño lo quiere, lo demanda con todo su corazón y alma, y lo quiere ahora. Nosotros nos encontramos carentes de cosas también, por- que el mundo no es lo que debería ser. Debemos demandar de Di-s, entonces que todo sea reparado, y que sea ahora.
• El niño da amor por el solo interés de recibir amor, el adulto puede aprender esto.
• El niño está seguro de que él es el centro del universo. El padre y la madre y el resto del mundo están única y exclusivamente para satisfacer sus necesidades. Los aspectos indeseables de esta actitud son evidentes. Pero este egoísmo que el niño demuestra tiene su lado positivo; el niño no tiene ningún tipo de problema existencial y siente que a pesar de que en el mundo existen billones de personas, está completamente convencido de que su existencia tiene un significado y que sus buenas acciones tienen una consecuencia para la humanidad. Este niño es el que tenemos que cultivar dentro de nosotros, aquel que tiene la convicción de que todos nuestros pensamientos y buenas acciones, son de real influencia y significación para el mundo entero. Sabemos que un estornudo en New Jersey puede causar una tormenta en China. ¿Podríamos entonces decir que puede ocurrir lo mismo en las relaciones sociales? Puede un mínimo acto, una palabra o un pensamiento repercutir en millones de vidas?
• ¿Cómo podemos preservar esa inocencia, toda esa belleza e inteligencia, que se encuentra en el niño, y llevarla hasta el adulto? Primero, debemos nutrir la belleza que el niño contiene desde un principio. Envolveremos al niño con Torá, le cantaremos canciones que hablen de sabiduría, aun antes de dejar el vientre materno. Convertiremos la pieza del niño en un santuario, lo llenaremos de libros santos, posters con frases llenas de sentido colgarán de las paredes, y colocaremos una alcancía para caridad para ser utilizada diariamente.
• Luego, cuando el chico emerja y descubra que el mundo que se encuentra fuera es muy poco parecido a su santuario, entonces en ese momento le explicaremos: el mundo que ves fuera, no es como debería serlo, pero tú, yo y todos nosotros lo cambiaremos. Somos compañeros en este proyecto de crear un mundo más perfecto, porque esa es nuestra misión. Y es esto lo que estamos haciendo ahora, con actos de belleza y generosidad, uno por vez.
* Basado en las enseñanzas del Rebe, Tzví Freeman
MALOS CONSEJOS
Uno de los alumnos de rabí israel Baal Shem tov rezaba con mucho fervor, volcando completamente su alma en las Plegarias. repentinamente, comenzaron a presentársele pensamientos contradictorios durante el momento de la tefilá. estos consistían en que era realmente una grosería de su parte rezar con semejante devoción y concentración, cuando en realidad su propia situación espiritual no era buena y se hallaba repleto de pecados.
Estos pensamientos le provocaron un derrumbe espiritual, y durante un tiempo evitó rezar como acostumbraba, haciéndolo cual una persona sencilla. Cierto día comentó lo sucedido al Baal Shem tov. Éste le dijo: “Si se trataba de un buen pensamiento, ¿por qué no se presentaba cuando te sentabas a comer? De esto se desprende que es un consejo del instinto del mal…”
“PIDION HABEN” (RESCATE DE LOS PRIMOGéNITOS)
Cuando nuestro hijo primogénito varón cumple 30 días de vida, debemos cumplir con el precepto de rescatarlo de mano del Cohen, tal como está escrito en (Shemot 13:2 y13). el rescate consiste en el pago de 5 Shekalim (unos 102 gramos de plata pura o su equivalente en valores reales, como monedas que tengan este peso en plata o equivalente en oro u otros objetos de valor. esto excluye: cheques, documentos y papel moneda), tal como está escrito en (BamidBar 18:16)
El origen de esta mitzvá es que cuando estuvimos en egipto, el día 14 de Nisán por la noche, hashem mató a todos los primogénitos de los egipcios salvando a los nuestros. Por ello declaró hashem, que todos los primogénitos le pertenezcan y deban servir como sacerdotes en el templo, como consta en (BamidBar 3:13). más tarde en el desierto cuando la tribu de Levi fue la única que no pecó con el becerro de oro, por ello hashem los eligió a ellos para servirle y los reemplazó por los primogénitos. aquellos primogénitos que no tenían leviim para reemplazarlo, debían entonces pagar por su rescate a aharon el Cohen y sus hijos. de aquí en más, la orden de hashem es con los padres de varones primogénitos que deben rescatarlos con 5 shekalim de manos del cohen.
El primogénito debe ser de madre. en caso de haber precedido un aborto o parto con cesárea, debemos consultar con un rabino ortodoxo competente.
El silencio lo dice todo
Sucedió hace más de 100 años atrás. el santo Vishnitzer rebe, rabí israel haguer, salió como todas las tardes a dar un paseo, acompañado de su secretario. Sin embargo, en lugar de dirigirse al parque, se detuvo frente a la casa de unos de los judíos acaudalados de la ciudad, que dirigía el Banco local. el secretario desconocía la razón de la vi- sita. este ihudí no era un Jasid. en realidad era uno de los que se oponía al judaísmo tradicional. de todas formas, al ver al rebe en la puerta de su mansión, lo hizo pasar, saludándolo con calidez. hizo sentar a la inesperada visita y se ubicó a su lado esperando que el rebe le cuente la razón de su venida. Pasaron unos minutos, y el rebe permanecía en silencio. Pero el hombre, que era muy delicado, no se animaba a interrogarlo. Perplejo, el director del Banco permaneció sentado. miraba al rebe. el rebe lo miraba a él. más silencio. ¿Qué sucedía aquí?
Luego de unos instantes, rabí israel se puso de pie, sin pronunciar palabra, caminó hacia la puerta. el dueño de casa lo acompañó cortésmente hasta la vereda, y así caminaron juntos hasta la casa del rebe. al arribar allí, el hombre dijo: «¡Vishnitzer Rebe! Mientras es- taba en mi casa no correspondía ha- cerlo, pero ahora que estamos en la suya le pregunto: ¿Por qué me ha visi- tado?».
el rebe respondió: «Fui a cumplir una Mitzvá»
«¿Cuál?» preguntó intrigado el hombre.
«Nuestros Sabios nos indican que es una mitzvá callar cuando sabemos que no seremos escuchados. Por eso visité a la persona a la que no debía decir lo que no podría escucharme».
«¿Qué es lo que me debía decir?» preguntó el judío. «No te lo diré- dijo el rebe- pues perderé mi mitzvá».
«¿Cómo sabe usted que no lo escucharé? ¡Por favor, debe decírmelo!»
después de mucha insistencia el rebe le contó: «ayer me visitó una mujer viuda. ella recibió la comunicación del Banco, avisándole que embargarán su casa pues no ha pagado la deuda que tiene con dicha institución. eso significa que, junto a sus pequeños hijos, quedará en la calle. me pidió que hablara contigo porque sabe que eres judío y quizás podría convencerte para que la ayudes».
«Pero rebe, yo no soy el dueño del Banco, ni soy yo quién pone las reglas. ¡Sólo lo dirijo!».
«Así es. Por eso sabía que no sería escuchado. Buenas noches».
El rebe ingresó a su casa, seguido por su secretario. el banquero permaneció inmóvil, petrificado. Finalmente, caminó despacio hacia su hogar, meditabundo. el tema lo había impactado. antes del fin de semana, él pagó la deuda de la viuda, con su propio dinero.
* Extraído del sipurei Jasidim
“El dolor que produce la envidia es más intenso que el de una espina afilada. Sin embargo las personas evitan ser pinchadas con una espina pero no toman la precaución de eludir la envidia”
(EXTRAÍDO DEL TALMUD)