La función principal de los mandamientos, empero, es más que la de mantener al hombre dentro de límites y bajo control. Los preceptos no tienen por objeto hacer del hombre un mero funcionario. Aunque la obediencia y resignación absolutas son aspectos fundamentales de los mandamientos y condiciones primordiales del auténtico servicio a Di-s, al mismo tiempo éstos tienen por objeto elevar a quien los sigue a un plano superior, mediante el acto mismo de rendir culto. Bar cuanto los mandamientos son los medios de establecer contacto entre el hombre y Di-s. Aún entre los hombres, todo contacto y relación personal entre dos personas de condición desigual debe necesariamente crear un verdadero sentido de elevación en la persona del rango inferior; cuánto más infinitamente podrá el hombre beneficiarse mediante su «relación» con Di-s.
«Mitzvá» —mandamiento— significa también compañerismo o unión1 (del arameo tzavta — compañerismo). Aquél que cumple un mandamiento se une a la esencia de Di-s, Quien ordenó ese precepto. Este es el sentido de la Mishná, (Avot 4:2), ‘la recompensa de una mitzvá es la mitzvá, pues la mayor recompensa de la persona que la cumple es la comunión misma con Di-s, que se logra mediante el cumplimiento del precepto. Esto puede comprenderse mejor mediante el siguiente ejemplo: imaginemos a un hombre simple, sin educación, sin conocimientos o dotes intelectuales, tanto que, ni siquiera está percatado de cuan alejado está de toda forma de sabiduría (pues incluso esta comprensión constituye cierto grado de sabiduría); ahora bien, en lo que respecta a un intelectual del mayor calibre, cuya esencia toda está concentrada en las ciencias abstractas, este hombre ignorante sencillamente no existe. . . Imagínenlos ahora que este gran erudito pide a este hombre ignorante que haga algo por él.
Inmediatamente, este hombre adquiere existencia tanto ante sus propios ojos (al ver que el gran erudito le ha pedido que haga algo, y que él está en condiciones de cumplir el pedido del erudito) y también ante los ojos del erudito. .. No interesa de qué pedido en particular se trate, pues el factor importante es el pedido mismo y su cumplimiento…. Así pues, un mandamiento a) provee de una existencia más elevada al funcionario y b) pone a Quien lo ordena y a quién lo cumple en una relación mutua. .»
Más aún, el efecto del cumplimiento de la Tora y los preceptos va más allá de los límites de una mera relación. Lleva a una comunión absoluta con Di-s.
Los preceptos son la Voluntad de Di-s, que El quiso que cumpliéramos. La Tora es la Sabiduría de Di-s. Dado que «La Esencia de Di-s y Su Voluntad y Sabiduría forman una única unicidad», pues no puede haber pluralidad en Di-s, se desprende, pues, que mediante nuestro estudio de la Tora y el ejercicio de Sus mandamientos, estamos en absoluta comunión con Di-s.
Indudablemente la Voluntad y Sabiduría Divinas están «investidas» en elementos materiales, es decir, se expresan en los mandamientos Divinos, cuyo cumplimiento puede lograrse únicamente mediante el empleo de elementos materiales, a saber, en los Tzitzit —la lana; en los Tefilin —el cuero, etc., objetos éstos que parecen estar muy alejados del Ser Divino. Sin embargo, la unión con Di-s no se ve afectada por ello, pues es como abrazar al rey: no interesa cuántas prendas de vestir el rey lleve puestas, puesto que el cuerpo del rey está dentro de ellas; de manera análoga, cuando uno es abrazado por el rey, no interesa que el brazo del rey esté cubiertos.
Las repercusiones trascendentes de esta relación y comunión con Di-s se examinarán más adelante. Por el momento, consideramos cómo se lleva a cabo esta comunión mediante el cumplimiento de los preceptos y el estudio de la Tora.
«La relación entre Israel y Di-s mediante nuestra religión se explica en el Zohar del siguiente modo: «Tres cosas están entrelazadas: Israel, la Torá y el Santo, bendito sea, y todas están en distintos planos, uno más elevado que el otro, parcialmente oculto, parcialmente revelado «4.
El significado de este dicho es quejos tres: Israel, la Tora y Di-s, están entrelazados cual una cadena de tres eslabones, de la cual la parte superior del eslabón del medio, y la parte superior del eslabón del medio es sostenida por la parte inferior del eslabón superior.
En cada uno de los tres «eslabones» hay una parte oculta y una parte revelada. De manera análoga, hay cualidades aparentes y cualidades latentes en cada una de los tres: Israel, la Tora y Di-s…
El modo de su unión es doble:
a) Las cualidades reveladas de Israel se unen con los atributos revelados de Di-s mediante la parte revelada de la Tora; y las cualidades latentes de Israel se unen con los atributos latentes de Di-s mediante la parte latente de la Tora;
b) Las cualidades reveladas de Israel se vinculan con las cualidades ocultas de Israel, y las cualidades ocultas de Israel, a su vez, se unen con la parte revelada de la Tora; la parte revelada de la Tora se vincula con su parte esotérica, y ésta, a su vez, se une con los atributos revelados de Di-s; por último, los atributos revelados de Di-s se vinculan con Sus atributos ocultos y de este modo se completa la unión.
Se desprende, pues, que esta unión con Di-s existe en cada uno de los miembros de Israel, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ya sea conocedores de la Tora o la ignoren. Al mismo tiempo, empero, hay diversos factores que ejercen influencia sobre el sentimiento de dicha unión, ya sea fortaleciéndola o debilitándola»5.
En el Jasidismo, los mandamientos se denominan «las vestimentas del alma», y la Tora se denomina «el alimento del alma». Tal como los aumentos y las prendas de vestir físicas son necesarios para el bienestar del cuerpo, así también los aumentos y las prendas espirituales son necesarios para el bienestar del alma.
El alma tiene tres formas de expresión: el pensamiento, el habla y la acción. Cuando el hombre observa los mandamientos de Di-s mediante hechos, examina el significado y la importancia más profundos de los mandamientos mediante el habla, y se concentra, y comprende todo lo que su intelecto está en condiciones de comprender sobre el significado más profundo de la Tora mediante su facultad de pensamiento, el alma del hombre se inviste totalmente en los mandamientos Divinos6 y se halla, pues, en perfecta comunión con Di-s.
El estudio de la Tora, aunque constituya una «prenda externa», al igual que cualquier otro mandamiento, es también, al mismo tiempo, el «alimento» del alma. Pues cuando el intelecto «digiere» cierto aspecto de la ley de la Tora, abarca, por así decirlo ,1a Sabiduría Divina, que pasa a ser «carne y hueso» del alma, al igual que los alimentos que digiere el cuerpo. De ahí pues, la expresión del Salmista (40:9), «Tu Tora está en mis entrañas «.
Esta comunión con Di-s mediante la Tora y los mandamientos significa para el alma del judío lo mismo que las vitaminas y las calorías y el techo y las prendas adecuadas significan para su cuerpo, y más aún. Pues en tanto que las mencionadas necesidades físicas del cuerpo se requieren para sostenerlo, la comunión con Di-s es la esencia misma del alma del judío.