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Parashá en síntesis: Miketz

Luego de doce años de prisión, Iosef fue llamado para interpretar los dos extraños sueños que había tenido el Faraón. Uno es el conocido sueño de la siete vacas gordas, que salían del río Nilo y que eran seguidas por siete vacas flacas que se comían a las gordas, pero no engordaban. En el segundo sueño aparecían siete espigas de trigo grandes y hermosas, que crecían de un solo tallo con granos gordos y sanos. Después brotaban siete espigas que crecían de distintos tallos, cada uno de los cuales era delgado y seco. 

 

Di-s le dio a Iosef ruaj hakodesli (el poder de profecía) para que pudiera comprender el verdadero significado de los sueños que le explicó al Faraón. Iosef dijo que ambos predecían siete años de abundancia, a los cuales seguirían siete años de hambre y escasez, que serían tan terribles que las personas olvidarían los años buenos. 

 

Después que el Faraón nombrara a Iosef como virrey de Egipto, le dio un nuevo nombre: Tzofnat Paneaj, que significa “el revelador de secretos”, porque pudo explicar el secreto de sus sueños. 

 

La mayor contribución de Iosef a la historia de Egipto consistió en haber salvado al pueblo de este país de la muerte durante la hambruna de los siete años, ya que en los años de abundancia se dedicó al almacenamiento de inmensas cantidades de alimentos que fueron distribuidos posteriormente.

 

La hambruna existente en Canaán hizo que Iaacov y sus hijos viajaran a Egipto, donde fueron recibidos por Iosef, quien hizo que se establecieran en la región de Goshen.

 

Cuando los hermanos de Iosef llegaron a Egipto no lo reconocieron, pero él sabía que se trataba de sus hermanos. La explicación más sencilla dice que se debía al cambio de su aspecto físico por los años que habían pasado sin verlo. La mas profunda sugiere que era difícil creer que, luego de vivir tantos años en un país extraño, pudiera conservarse como judío y  fiel a Di-s. En este sentido, Iosef es considerado superior a sus hermanos, porque aún ocupando el cargo mas alto en la nación más poderosa en aquel momento, tuvo la rectitud y la fortaleza de carácter que correspondía a un hijo de Iaacov. 

 

Iosef se casó con Osnat, hija de Dina y nieta de Iaacov, y tuvo dos hijos, Mensahé y Efraín, quienes fueron los dos primeros niños judíos nacidos y creados en Egipto.

 

Cada Shabat se bendice a los hijos varones, pidiéndole a Di-s que sean como Efraín y Menashé, quienes a pesar de vivir en una tierra de idolatría, conservaron intacto su judaísmo y fueron bendecidos por Iaacov antes de su muerte, al igual que sus doce hijos, que formaron las doce tribus de Israel.

 

Menashé es nombrado por Iosef en recuerdo de su pasado y de él desciende el juez Guideón. El nombre de Efraín está relacionado con el agradecimiento a Di-s por haberle dado honor y grandeza en tierra extraña, y de él desciende Ieoshuá (Josué), quien conduce al pueblo en su entrada Eretz Israel. 

 

Iosef no estaba enojado con sus hermanos, a pesar de que ellos quisieron hacerle daño al arrojarlo al pozo y, luego, venderlo como esclavo. Di-s hizo que todo eso fuera para el bien, pues de ese modo Iosef pudo salvar al mundo de la hambruna.

 

La historia de Iosef muestra, que además de las cualidades naturales que predisponen a una persona a desempeñar un papel importante en la vida, la condición necesaria para alcanzar la verdadera elevación es el poder de superación personal, el dominio de si mismo, después de una ardua labor por liberarse de las exigencias y conveniencias esclavizantes de la sociedad, a fin de aceptar y cumplir la voluntad divina.

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