
NACIDO EN LA CIMA DE LA MONTAÑA
Se cuenta la historia de un grupo de escaladores que tenían el corazón puesto en alcanzar la cima de una montaña muy alta. Se entrenaron durante años, practicando en climas severos, escalando montañas más pequeñas. Un día, pensaron que finalmente estaban listos. Suministrados con lo esencial y llenos de emoción, emprendieron el largo y agotador ascenso.
Después de muchos días difíciles, el grupo finalmente llegó a la cumbre. Su satisfacción fue completa: habían logrado su gran objetivo, realizando un sueño de años. De repente, para su sorpresa, vieron a un niño sentado cómodamente en una roca. Ellos se habían entrenado durante años para escalar la montaña; ¿Cómo había llegado allí un niño?
En respuesta a sus preguntas, el muchacho dijo simplemente: “Nací aquí”.
Imagina que eres ese niño, afortunado de recibir lo que otros necesitaron trabajar tan arduamente. ¿Cómo te sentirías? ¿Estarías agradecido? ¿Lo darías por sentado? ¿Te sentirías superior a los demás?
Ahora deja de imaginar. Tú eres ese chico Sí, cada uno de nosotros nace con talentos y capacidades únicas que nos permiten alcanzar alturas que permanecen fuera del alcance de los demás. Cada uno de nosotros nace en la cima de una montaña, ya sea con el intelecto, fuerza física, creatividad o cualquier otra cosa.
Es fácil sentir que somos dueños de nuestros logros. Nos enorgullecemos de un trabajo bien hecho. Nos consideramos merecedores de las ganancias de nuestro trabajo. ¿Caridad? Es mi dinero! ¿Gratitud? ¿Para qué? Este es todo mi trabajo!
En Deuteronomio (8: 17-18), Moshé nos exhorta a no caer en esa trampa de derecho. Cuando comenzamos a pensar: “Mi fuerza y el poder de mi mano me hicieron toda esta riqueza”, debemos recordar que, después de todo, nuestra fuerza nos fue dada por Di-s.
Sí, podemos trabajar duro, y por eso merecemos reconocimiento. Pero no olvidemos que recibimos una ventaja inicial. Es posible que hayamos trabajado mucho, pero fue solo porque recibimos un “liderazgo”. Nacimos en la cima de una montaña: nuestros esfuerzos, aunque loables, realmente se basan en los talentos y capacidades que se nos fueron otrorgados, de forma gratuita.