
NO LO PIENSES, DILO
Una vez, una mujer se quejó ante el consejero matrimonial, que su esposo nunca dice que la ama. El terapeuta se volvió hacia el esposo para escuchar su perspectiva. “Le dije que la amaba hace treinta años “, explicó, “y si algo cambia, se lo haré saber”.
En la Tierra de Israel, durante la era del Templo, cada agricultor llevaba los primeros frutos de su campo a Jerusalem y se los entregaba al sacerdote, kohen, de pie junto al altar. Esta mitzvá, llamada bikurim, era una expresión de gratitud a Di-s por los abundantes productos y la oportunidad de vivir en la Tierra de Israel.
Pero, además de entregar la fruta al sacerdote, el agricultor estaba obligado a hacer una declaración verbal. Esta declaración era un breve resumen de la historia judía desde los tiempos de Iaakov hasta la conquista de la Tierra de Israel. La declaración enfatiza la bondad de Di-s y los milagros que afectaron nuestro destino.
Si bien es cierto que las acciones hablan más que las palabras, hay un elemento de apreciación que se expresa más por nuestras palabras que por nuestros actos. Las acciones expresan dedicación y compromiso, pero no pueden transmitir calidez y emoción. Cuando le das un regalo a un amigo como agradecimiento por un favor, una tarjeta bien escrita fortalece la conexión y genera más cercanía que el regalo en sí.
Como padres, cónyuges o amigos, no es suficiente hacer cosas por otra persona. Nuestro amor y cuidado deben articularse con calidez y afecto. No podemos apreciar la bondad que se nos hace sólo en nuestros corazones; debemos expresarlo con palabras de reconocimiento y agradecimiento. La comunicación fuerte alimenta la relación y mantiene viva la chispa.
Dígale a las personas cercanas a usted cuánto las aprecia, todos los días. Dedique unos minutos para orar y agradecer a Di-s por todas sus bendiciones. Y al esposo de esa mujer: dile a tu esposa que la amas. Ella ya lo sabe, pero necesita escucharlo. Ella merece escucharlo.