
Ki Tetzé, contiene el mandamiento de pagarle al trabajador contratado el mismo día que trabajó. “En su día le darás su salario; ni el sol se pondrá sobre él”. El pueblo judío es considerado como los “trabajadores” de Di-s. Nuestra “tarea” es observar la Torá y sus mitzvot, y nuestro “pago” es la recompensa que Di-s nos otorga por haber obedecido Su voluntad.
Un principio del judaísmo es que Di-s mismo realiza las mismas mitzvot que nos ordena. Si se nos prohíbe retrasar el pago a nuestros empleados hasta el día siguiente, Di-s también debe “pagar” a cada judío inmediatamente después de la ejecución de una mitzvá. Sin embargo, la Torá también afirma: “Hoy es para observar; mañana (el Mundo por Venir) es para recibir recompensa”. ¿No es una contradicción?
Si se considera la vida entera de un judío, la suma total de su observancia desde el día en que nació, como un largo día de trabajo, después del cual tiene derecho a su recompensa en el Gan Eden, esta explicación es insuficiente.
Porque la verdadera recompensa por la observancia de la Torá no se otorga en la otra vida, sino en la Era Mesiánica, cuando los fallecidos resucitarán y vivirán en un cuerpo físico.
La recompensa que recibe un judío en el Gan Eden reside en el mérito de la Torá que estudió durante su vida; La recompensa por nuestras mitzvot vendrá solo después de la Resurrección.
Pero, ¿cómo cumple esto con la mitzvá de “En su día le darás su contrato” si tenemos que esperar miles de años para nuestro “pago”?
Para comprender, examinemos lo que implica nuestro trabajo designado por la Divinidad. Según la Torá, este mundo físico fue creado únicamente porque “Di-s deseaba una morada aquí”, en un mundo material áspero que oculta la santidad, Di-s quiere que se revele Su Presencia.
La tarea de transformar el mundo en una vivienda adecuada para Di-s es colectiva, abarcando las generaciones desde el principio de los tiempos. Cada mitzvá que un judío realiza refina su cuerpo y purifica el mundo en general, infundiendo gradualmente al mundo material con Divinidad. Durante los miles de años de existencia del mundo, esta santidad se ha acumulado, preparando al mundo para su máxima perfección: la revelación de Mashiaj y la Era Mesiánica.
El “contrato” entre Di-s y Su pueblo no es el de un empleador y su jornalero. El pueblo judío ha asumido el cargo colectivo de preparar al mundo para Mashiaj, una tarea que no es responsabilidad de un individuo, sino que es el deber de todos los judíos, a través de las generaciones. La recompensa completa por nuestros esfuerzos se otorgará cuando se complete el trabajo y se revele Mashiaj, rápidamente en nuestros días. Incluso ahora, sin embargo, durante los últimos minutos del exilio, Di-s está obligado a garantizar que se satisfagan todas las necesidades de sus “trabajadores”, para que podamos atender adecuadamente la tarea en cuestión y acelerar la Redención inmediata.
Adaptado de Likutei Sijot del Rebe, vol. 24