
“Que temas al Eterno, tu Di-s…
(Deuteronomio 10:12)
La persona debe temer del pecado en el que incurre y no simplemente del castigo. La situación es análoga a la de un padre que advierte a su hijo que no camine descalzo. El padre advierte que si el niño pisa una espina, tendrá que llevarlo a un médico para que la quite y la operación dolerá mucho. El hijo, debido a su juventud e inteligencia limitada, no le teme a la espina misma ni a la posibilidad de que pueda pisar una; él simplemente tiene miedo de ser castigado. Sin embargo, el padre realmente quiere que evite la espina, y ve su castigo como un remedio positivo si así lo requiere. Así sucede cuando evitamos una transgresión. El hombre desea evitar el castigo, pero Di-s se preocupa por el pecado mismo y ve el castigo como una expiación y corrección necesarias.
(El Maguid de Mezritch)