
Muy a menudo concebimos a los líderes como ganadores – en el campo de batalla, en el campo de deportes, en la sala de juntas directivas. Valoramos la habilidad de ser firme – aunque la resolución no hace necesariamente a un líder. Muchas personas pueden decidir rápidamente – y mal. Así que la resolución debe templarse con el discernimiento – la habilidad de decidir correctamente.
Un líder puede y debe inspirar a sus seguidores, motivarlos, darles confianza, un sentido de misión, determinación y seguridad en sí mismos – seguridad en su rectitud y competencia.
Para inspirar a sus seguidores, un líder debe ser firme y fiel. El líder no sólo debe ser devoto y dedicado a la causa, o la meta, sino también a sus seguidores. Un líder es un ganador, es firme, motiva e inspira, es seguro y es fiel.
Sin embargo, demasiado a menudo la meta o el carisma justifica al líder, incluso cuando le faltan los dos ingredientes esenciales, el sine qua non del liderazgo: Un verdadero líder es primero un modelo, un ejemplo – un modelo viviente, traduciendo el término del Talmud. Es coherente en su conducta, en privado y en público por igual. Cuando lo vemos relajado, casual, confidencial – es igual que cuando lo vemos en público. La imagen pública de un líder es verdad en su vida privada – y viceversa. Él es, en otros términos, completo. Esta totalidad incondicional, conduce a un tipo de humildad, a una inapetencia a lo superficial del liderazgo.
Pero además, emprende lo que pide hacer a otros. Es modelo de auto-sacrificio. La riqueza, el poder, la notoriedad – no son siquiera efectos secundarios. El líder indiscutible está a la vanguardia de la lucha. Un líder que no está dispuesto a hacer los sacrificios que exige de otros, no es un líder.
Un auténtico líder busca lo bueno en aquellos que se le oponen. Advierte la situación actual de una persona y pregunta: ¿Qué bondad puede hacerse por este individuo, sin tener en cuenta sus sentimientos hacia el líder o hacia los ideales del líder? ¿Qué puede despertar a una persona, no para transformarlo en un “ verdadero creyente,” sino para que trabaje por el bien de otros? ¿Cómo inspirar a la persona para que sea consciente, y pueda utilizar sus talentos para aumentar bondad en el mundo? ¿Cómo revelar la singularidad espiritual? El líder no se involucra sólo por la meta, no sólo por “la victoria” sino por el bien de cada individuo.
El 10 de Shvat es un día en el que celebramos liderazgo – la culminación de la vida de liderazgo del Anterior Lubavitcher Rebe y el comienzo de la dirección del Rebe. Auténtico liderazgo
Cuando el Rebe Anterior pidió a los jóvenes judíos comprometerse, arriesgando sus vidas, para abrir una escuela u otra institución comunitaria, lo hicieron sabiendo que él había hecho ese mismo compromiso y había arriesgado su propia vida. Y el Rebe inspira a miles de emisarios para compartir su visión de hacer que el Judaísmo sea posible, así como él se hizo accesible a todos.
Que este 10 de Shvat sea un preludio al último y verdadero liderazgo – la venida del Mashiaj.