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El Rabino de la Rusia Blanca

El Rabino Menajem Mendel de Lubavitch (el «Tzemaj Tzedek») nació erev Rosh Hashaná 5549 (1789). Su madre fue Débora Lea, hija del fundador del Jasidismo de Jabad, Rabino Schneur Zalman de Liadi (1745-1812). La Rebetzin Débora Lea falleció tres días después del tercer cumpleaños de Menajem Mendel, y desde ese día el joven huérfano fue criado y educado por su ilustre abuelo.

 

Las prodigiosas habilidades del joven muchacho pronto se evidenciaron. A la edad de doce años ya había escrito muchos tratados de importancia en materia de Halajá y había empezado a compilar las enseñanzas talmúdicas y jasídicas de su abuelo, complementándolas con sus propios comentarios y explicaciones. Todavía en su adolescencia, fue designado por el Rabino Schneur Zalman a comprometerse en la investigación y contestar las numerosas consultas sobre Halajá que le traían los estudiosos de Rusia y Europe. Cuando  Menajem Mendel tenía sólo dieciocho años, el manuscrito de su famoso discurso jasídico, «Las Raíces del Precepto de la Plegaria» (Shoresh Mitzvat HaTefila), que él había intentado ocultar, fue descubierto por su abuelo. Rabi Shneur Zalman estaba tan encantado con su hallazgo que decidió dedicarle más tiempo al estudio con su nieto.  Rabi Menajem Mendel sólo tenía veinte años cuando comenzó a encargarse de la mayoría de las actividades comunitarias de Rabi Shneur Zalman.

 

Luego del fallecimiento del Rabi Shneur Zalman en 1813, su hijo  Rabi DovBer (el tío suegro de Rabi Menajem Mendel) fue designado su sucesor. A partir de este momento  Rabi Menajem Mendel comenzó un periodo de catorce años de aislamiento los cuales consagró al estudio y la plegaria.

 

Resurgió a la vida pública en 1826, en el momento que se acusaba al Rabi DovBer de actividades subversivas. Su primera tarea fue la organización de un comité para defender a Rabi DovBer. Cuando el Rabi DovBer falleció en 1827, los jasidím llamaron al Rabi Menajem Mendel para aceptar la dirección del movimiento Jabad Lubavitch. Durante muchos meses él rechazó la tremenda responsabilidad de esta posición, pero finalmente, contestó renuentemente al llamado.

 

El Rabi Menajem Mendel era un escritor prolífico. Sus trabajos contienen una síntesis única de los aspectos esotéricos de la Torá los pensamientos del Talmud, los Midrashim, la Cábala y la jasidut son interpretados de una manera muy lúcida y armoniosa. Ciertamente le habría gustado continuar con sus escrituras, revisar los trabajos de su abuelo y suegro, y liderar los miles de Jasidim que se sumaron a las líneas de Lubavitch. Pero esta época tuvo sus propios problemas que los judíos tuvieron que confrontar.

 

Los judíos de Rusia fueron excluidos de la mayoría de los trabajos y las oportunidades de negocio, la pobreza cobraba víctimas entre ellos. Profundamente interesado en la situación económica de los judíos, el Rabi Menajem Mendel aconsejó a los Jasidim que se comprometieran en la agricultura y dio la ayuda financiera a aquéllos que siguieron su consejo. En aquel momento la política del Gobierno ruso era dificultar el asentamiento de los judíos en los pueblos, por lo cual Rabi Menajem Mendel compró una gran porción de tierra cerca de la ciudad de Minsk para establecer allá a muchas familias judías.

 

También en 1844 le compró al Príncipe Shzedrinov otra área grande de tierra con algunos bosques cercanos en la Provincia de Minsk y fundó el pueblo de Shzedrin, organizando un concilio para dirigir sus asuntos. La fundación de Shzedrin dejó una profunda impresión tanto a judíos como a no judíos. En un informe gubernamental del oficial de la Provincia de Minsk al Ministro de Interior, hablaron del Rabi Schneerson de la ciudad de Lubavitch con respeto y alabanza. El informe mencionaba que él había adquirido una gran cantidad de tierra y establecido un pueblo para los judíos, a la vez elevando sus condiciones de vida y mejorando su posición. También habló de la gran influencia del Rabi de Lubavitch en todos los judíos del Imperio Ruso.

 

En 1827, el infame Zar Nicolás I instituyó un edicto que decretaba el enrolamiento de niños para el entrenamiento y servicio del ejército. Originalmente se aplicó a los niños de doce años en adelante. Las comunidades judías tenían que proporcionar una cuota de diez  mil niños  (los no judíos tenían una cuota más pequeña y las excepciones eran más consideradas) Los niños eran enviados por los oficiales del gobierno lejos de sus familias y distribuidos entre el campesinado, o enviados a escuelas especiales hasta la edad de dieciocho. Luego eran trasladados a cuarteles militares para el servicio del ejército durante veinticinco años. Esto significaba que los niños eran arrancados de sus casas y del Jeider (escuela judía) la mayor parte de sus vidas, sometiéndolos a un tratamiento calculado para enajenarlos de su propia gente. Ningún padre daría a su hijo de buena gana para semejante propósito, pero la comunidad fue obligada a proporcionar su cuota.

 

Esto llevó a la aparición de un personaje despreciable, el «secuestrador» cuyo trabajo era escoger o secuestrar a los niños y entregarlos a los oficiales del gobierno. Niños que se aferraban a los brazos de sus madres eran escenas comunes y dolorosas. La tragedia recayó mayormente sobre los judíos más pobres que eran incapaces de comprar la libertad de sus niños de los secuestradores.  Rabi Menajem Mendel atacó el problema sin importarle los peligros involucrados. ¡Era necesario salvar del enrolamiento a tantos niños como sea posible! Con esto en vista el Rebe organizó un concilio especial con tres propósitos fundamentales: primero, estudiar la posición de las comunidades judías individuales, para ayudarlos a disminuir el número de niños que deberían entregar. En segundo lugar liberar a aquellos que habían sido capturados. Para lograr este objetivo se formó una organización clandestina conocida con el nombre de Tejiat Hameitim («resucitadores de muertos»).

 

El método empleado era pagar un rescate por cada niño a los oficiales involucrados. Ellos lo devolverían, informando a las autoridades que el niño en cuestión se había muerto durante el viaje. También informarían oficialmente a la comunidad involucrada de su muerte. Estos «certificados de defunción» trajeron gran felicidad a los padres. Obviamente los niños «fallecidos» tenían que ser escondidos durante mucho tiempo (de allí el nombre, Tejiat Hameitim). Los chicos eran enviados a los jeiders o a ieshivot lejos de sus pueblos.

 

En tercer lugar, enviar personas de confianza a los lugares donde mantenían a los niños para animarlos e instarlos a que permanezcan fieles a su religión y a su gente. Aparte del enorme costo económico que involucraba todo esto, este trabajo era muy peligroso, pudiendo ser traicionado. Afortunadamente este programa clandestino se llevó a cabo con éxito y nunca fue traicionado. Al mismo tiempo, el Rabi Menajem Mendel concentró sus esfuerzos en apoyar los centros agrícolas en los distritos de Vitebsk y Minsk. Envió al Rabi Hillel de Paritj, uno de los principales jasidim, a los pueblos del distrito de Kherson dónde pasó varios meses cada verano. Además de instruir a los judíos de allí en el estudio de Torá y el temor a Di-os, de acuerdo con las enseñanzas del jasidismo, los inspiró a incrementar el amor fraternal, la ayuda mutua y la conducta moral.

 

Durante los doce años de 1827-1839, el Rabi Menajem Mendel concentró sus esfuerzos en las actividades comunales en el campo de la ayuda material, la protección de niños judíos de los secuestradores y su seguridad y la ayuda espiritual para los recluídos. Consagró especial atención a los conscriptos judíos en el ejército ruso, asegurando la presencia de representantes en cada lugar donde se apostaran tropas judías, con el objetivo específico de mantener la conducta moral de las tropas. Estos representantes también animaban a los soldados a mantenerse firme y no caer en las trampas de los misioneros que ofrecían convertirlos.

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