Por David Y.B. Kaufmann
No es solo parte de la vida. Es fundamental para nuestro funcionamiento, progreso y crecimiento. Hacemos un seguimiento de casi todo, no solo de nuestra salud. Un entrenador supervisa el progreso, las practicas y la actuación de un atleta.
En la escuela, estamos monitoreando todo el tiempo. Las habilidades sociales, el comportamiento, y por supuesto, el aprendizaje. Se realizan reportes de progreso. Pruebas y calificaciones. Observaciones.
En el trabajo, estamos monitoreando. Evaluaciones de desempeño, reuniones con un supervisor, la retroalimentación de sus pares. Y si estamos en el sector de servicios públicos – la policia, los bomberos, los maestros, los primeros auxilios, etc. – estamos supervisados por el publico.
Si se hacen las cosas bien, se nos informa de los resultados de la supervisión, y junto con el monitoreo nos encontramos con un plan de acción – cambiamos esto, hacemos un poco mas, o menos, mantenemos las cosas de la misma manera, etc. Así, aunque somos vigilados, para poder aplicar las conclusiones y observaciones, debemos ser participantes.
El monitoreo no es solo una parte integral de nuestras actividades e interacciones. El seguimiento es una parte integral de nuestra vida cotidiana, de nuestra forma de ver, analizar e interactuar con nosotros mismos. Y esto ocurre en todos los cuatro niveles de nuestro ser. Fisicamente, nos controlamos a través del ejercicio, la dieta, las actividades de la vida diaria. ¿Estoy caminando lo suficiente? ¿Donde esta el dolor muscular?, ¿Que lo produce? ¿Estoy consumiendo suficientes verduras? Etcétera
Emocionalmente, nos evaluamos por como nos sentimos, como afectan nuestras relaciones nuestras emociones. ¿Estoy triste? ¿Contento? ¿Enojado? ¿Orgulloso? ¿Es esta la forma en que quiero sentirme? Si no, ¿que puedo hacer para cambiarlo? O ¿que? puedo hacer para mantenerlo? Intelectualmente nos monitoreamos a través de nuestros pensamientos, aprendizaje, curiosidad, la capacidad de razonar y argumentar. Somos todos científicos que nos auto controlamos, realizando experimentos en nuestra mente, desarrollando una hipo?tesis – sobre quienes somos, por que? estamos – probando, aprendiendo de los errores y fracasos. A través de lecturas, clases, argumentos y encuentros, monitoreamos nuestra
parte intelectual. El aprendizaje es permanente, no solo en la escuela.
Y espiritualmente, nos evaluamos a través de nuestra relación con la Divinidad, por nuestra generosidad, el servicio y la caridad, por nuestros actos de bondad y amabilidad. ¿Es lo Divino una presencia viva? Una relación requiere confianza, comunicación, conocimiento y capacidad de respuesta a la voluntad, o necesidad del otro. ¿Como nos relacionamos con Di-s?
Y espiritualmente, hay un camino probado para monitorear esa relación: la plegaria. La Tefila hecha correctamente, con reflexión e intención, es la manera de monitorearnos espiritualmente, para medirnos, juzgarnos y mejorar nuestra relación con Di-s y por medio de eso, nuestra relación, en todos los niveles, con los demás.