Shir HaShirím —el Cantar de los Cantares del Rey Salomón que nuestros Sabios han llamado «el libro más santo de las Escrituras»1— describe nuestra relación con el Omnipotente por medio de la historia del amor entre una doncella y su amado, empleando las pasiones e imágenes del amor físico como una metáfora para el vínculo peculiar existente entre Di-s y Su pueblo. En cada relación hay momentos en los que uno de sus participantes toma la iniciativa, y momentos en los que es el otro integrante quien juega el rol activo. En el versículo citado arriba vemos el cambio de iniciativa de un participante a otro y viceversa: la doncella pide a su amado «atráeme» (la iniciativa es de él), le promete correr detrás de él (la iniciativa es de ella), y concluye hablando de como él la trae a sus cámaras (la iniciativa es de él). Este doble cambio de iniciativa se refleja en la interpretación del versículo por parte de nuestros Sabios como la voz de la doncella Israel recordando su «amor nupcial»2 por Di-s en el momento del Éxodo: «Atráeme» se refiere a cómo Di-s nos atrajo a Sí en un momento en el que nosotros, sumergidos en el paganismo de Egipto, no estábamos dispuestos o éramos incapaces de buscarlo por medios propios. «Detrás de ti correremos» habla de una fase en la relación —las siete semanas de preparación y auto-refínamiento que siguieron al Éxodo— en las que nosotros fuimos los cortejantes activos. Y, finalmente, «el rey me ha traído a sus cámaras» se refiere una vez más a un tiempo en el que nosotros fuimos los receptores pasivos de una iniciativa Divina: Di-s revelando Su esencia al hombre en el Monee Sinaí. Los cabalistas denominan estas contracorrientes de nuestra relación con Di-s con los nombres de «despertar desde arriba» (ataruta deleeilá) y «despertar desde abajo» (ataruta deletatá), y explican cómo, a semejanza del proceso en las relaciones humanas, ambas son necesarias para lograr una unión ideal. Es importante que nosotros «corramos detrás de ti», que nuestras vidas se vean impulsadas por el anhelo de trascender lo mundano y alcanzar lo Divino. Pero también es importante que reconozcamos aquellos momentos y áreas de la relación en los que nuestras propias capacidades son excesivamente inadecuadas, y sólo podemos rendirnos a las fuerzas supremas que claman a nuestra alma.
Antes y Después:
Más específicamente, hay dos formas de «despertar desde arriba»: una que precede nuestra búsqueda activa, y una que le sucede. Como en el arriba citado versículo de Cantar de los Cantares, donde «atráe-me» es seguido por «detrás de ti correremos», que es seguido, a su vez, por «el rey me ha traído a sus cámaras». La primera iniciativa debe provenir desde Arriba. En las palabras del Talmud: «Un preso no puede liberarse a sí mismo de la prisión»3; el alma del hombre, confinada al cuerpo material y encumbrada por impulsos materiales, precisa un «despertar desde arriba» para activar su deseo de unirse al Omnipotente. Experimentamos semejante «despertar» todo el tiempo: ¿Recuerdas la última vez que te viste acometido por una alegría, temor, o remordimiento súbitos, que no tenían causa o fuente identificable? ¿O cuando te viste repentinamente sorprendido por la determinación de rectificar un pasado deficiente y poner un nuevo énfasis en tu desarrollo espiritual? Ese era Di-s acercándote a El, incitando el amor latente de tu alma a su Creador. Con demasiada frecuencia, este despertar retumba fugazmente en nuestra conciencia y luego se disipa sin ningún efecto real y duradero sobre nuestras vidas.con cada fibra de nuestro ser.
Notas: